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![]() EE.UU.
¡Viva Gonzales!
Si hubiese nacido en México, la tierra de sus ancestros, es dudoso que hubiese llegado a ser un abogado rico y un sirviente leal del gobernador vuelto presidente que lo nombró juez del tribunal supremo de su estado, asesor jurídico presidencial y ahora, por último, Secretario de Justicia, el séptimo en la línea de sucesión presidencial. Pero aun cuando, de algún modo, se las hubiese arreglado para subir tan alto, es improbable que el mexicano Gonzales fuese ratificado como Procurador General de la República. ¿Por qué? Pues porque Gonzales ha jugueteado con la tortura. En vista de lo cual, es poco probable que un Presidente mexicano se hubiese atrevido a nombrarlo al cargo. De hacerlo, Estados Unidos reprenderían a México por tal afrenta a los derechos humanos y lo amenazarían con la descertificación de turno. Lo más importante, sin embargo, es que los propios mexicanos castigarían de inmediato a su Presidente, en las calles y en las urnas. En primer lugar, ningún Presidente mexicano se habría arriesgado al desnuque político mandando a Gonzales a juguetear con la tortura, como la historia quizás pruebe que lo hizo Bush. A Gonzales no le habrían ido mejor las cosas en la mayoría de los demás países latinoamericanos. Un Gonzales chileno, o incluso argentino, facilitador de la tortura, quizás ya estaría esposado a estas alturas. En otras partes se le consideraría "mercancía dañada". Merecedor, a lo sumo, de alguna remota sinecura provincial bien lejos de la vista del público. Eso sí, después de retractarse. Porque, a diferencia de su gemelo estadounidense, el Gonzales latinoamericano tendría que retractarse de la tortura, públicamente. Claramente. Definitivamente. Sin la menor sombra de duda. La tortura no es cosa de juego en Latinoamérica. Decenas de miles de gente común y corriente la ha sufrido en carne propia. A diferencia de los estadounidenses. En ningún país latinoamericano, incluso en los rincones más siniestros de Centroamérica, se concibe que una organización de defensa de los derechos civiles apoye a un Gonzales como ministro de justicia. Sin embargo, en Estados Unidos lo han apoyado, muertas de risa, las principales organizaciones latinas pro derechos civiles, entre ellas el Consejo Nacional de La Raza (NCLR), la Asociación de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO), la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) y por lo menos seis otras. Y ni pío sobre el escándalo de la tortura. Sencillamente, no existe. Él es de los nuestros, ha llegado a la cumbre, nos va a ayudar a encaramarnos allí, dicen aquéllos. Poco importa que Gonzales llegó a la cumbre, entre otras cosas, como el arquitecto de la nueva política de Estados Unidos que permite la tortura. Poco importa que, a no ser que Santa Clara le cure milagrosamente su visión moral, Gonzales va a usar su dudoso trono en la Secretaría de Justicia para seguir ayudando a su patrón a burlar el imperio de la ley. ¡Es de los nuestros! Los siempre locuaces políticos latinos, en su mayoría demócratas, se han sumido casi todos en el silencio, al igual que casi todas las demás organizaciones latinas, incluso las que representan a los latinos lgtb. Dos de las pocas agrupaciones latinas importantes que no apoyan a Gonzales, el Grupo Hispano del Congreso, abrumadoramente demócrata, y el Fondo de Defensa y Educación Mexicano-Americano (MALDEF) ni siquieracosa increíbletienen el valor de mencionar la palabrita que empieza con "t" en sus desganadas y pesarosas declaraciones de que no pueden apoyar a Gonzales. En vez, se van por la tangente de que es por que no están de acuerdo con él respecto de sutilezas sobre los derechos de los estados en materia de inmigración y otras "cuestiones de importancia para los latinos" que no nombran. Si usted se imagina que la polémica sobre Gonzales y la tortura ha de ser acalorada en los medios de comunicación en español de Estados Unidos, como lo sería al sur del Río Grande, pues se equivoca. Mientras que la controversia está que arde en la principal prensa impresa y electrónica en inglés, los medios en español han decidido no hacer hincapié en tan desagradable tema. Una excepción, bien que relativa, es el diario La Opinión, de Los Angeles, que se opuso al nombramiento de Gonzales desde el principio a causa de la vinculación de éste con la tortura y ha publicado unos cuantos reportajes y comentarios sobre el tema. El Diario/La Prensa, de Nueva York, que apoyó a Gonzales en un retorcido editorial el 1º de febrero, ha casi relegado al olvido el tema de la tortura. Igual han hecho las dos cadenas nacionales hispanas de televisión, Telemundo y Univisión, cuya cobertura de Gonzales ha sido crédula y respetuosa, cuando no exquisitamente sumisa. Evitada la inconveniente tortura, los medios en español se han refocilado en la bonita historia de la vida de Gonzales, de los consabidos andrajos a la riqueza. Como observa la columnista Pilar Marrero en La Opinión: Gonzales es "muy hijo de campesinos y todas esas cosas que nos encanta reseñar a los periodistas latinos y que hacen salivar a las organizaciones "de la comunidad", como si ser pobre o mexicano o verde o de Marte garantizara que uno es buena persona o que va a hacer algo por los demás". A consecuencia de todo esto, los latinos de Estados Unidos no han participado vigorosamente en el debate sobre el nombramiento de Gonzales. No saben lo que Gonzales ha hecho, ni por qué es dañino para el país y, a la larga, dañino para los propios latinos, el que encabece la Secretaría de Justicia. El silencio de los guardabarreras internos de la "comunidad latina", tanto como sus aplausos, son prueba del avanzado estado de pudrición moral del multiculturalismo "a la americana", una invención de doble filo de la izquierda que ahora se ha convertido en arma de la derecha. La solidaridad étnica triunfa sobre los derechos humanos. ¡Viva Gonzales! ![]() ENLACES ![]()
La Opinión: Recordando a Clarence Thomas
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