La apertura del matrimonio civil en España a las parejas del mismo sexo y la manera limpia y ejemplar en que lo ha hecho el gobierno de Zapatero–sin taparse la nariz y pedirle perdón a los homofóbicos, como hacen tantos otros cada vez que nos tiran alguna piltrafita libertaria–es ya en sí un acto de desagravio.

Un acto de desagravio a Freddy Mercury. A Federico García Lorca. A todas las lesbianas y todos los hombres gay torturados, martirizados, degradados y silenciados de la historia de España. Y a los de Latinoamérica, a donde España exportó durante siglos la Inquisición, el clericalismo, la intolerancia y la misoginia, que siguen royendo a esas sociedades.

Hace falta un acto de desagravio así de explícito en cada uno de los países latinoamericanos, de Chile a Cuba, pasando por Brasil. Poco importa que el agravio mayor haya ocurrido en el pasado, o bajo otro gobierno o ideología, o a causa de tal o más cual "error" o malentendido. Ocurrió. Y, a menudo, sigue ocurriendo. Se nos silenció (Chile), se nos envió a campos de trabajos forzados y hospitales siquiátricos (Cuba), se nos sigue asesinando como a perros en las calles (Brasil).

Un acto de desagravio oficial, de cada nación y cada estado y cada generación viviente en cada uno de nuestros países latinoamericanos a todos los hombres gay, lesbianas, bisexuales y transexuales vivos y muertos y por venir. Eso es lo que hace falta. Hay que exigirlo.